viernes, 12 de febrero de 2010

SENDA DEL OSO. Entrago-Proaza. (15.8 Km)

Nos encontramos ante una de las rutas más bellas que se pueden realizar en bicicleta o a pie. Se trata de la famosa Senda del Oso, que discurre por los valles de Quirós, Trubia y Teverga. Gracias a la recuperación del trazado ferroviario que daba salida a la producción de las minas podemos difrutar de esta auténtica maravilla. El tramo que describimos en esta entrada carece de dificultad pues es prácticamente en su totalidad un suave descenso que al final se transforma en llano durante los últimos dos Kms. El firme es asfalto y cemento. El itinerario está perfectamente señalizado pero hay que tener cuidado puesto que se cruza la carretera en varias ocasiones.

Mapa de situación.- Para llegar hasta Entrago, lugar donde establecemos el inicio de la ruta, hay que dejar la autovía que discurre desde Oviedo en dirección a Grado y Galicia en la salida de Trubia. Allí tomaremos la AS-228, que discurre paralela a la propia Senda del Oso, y nos llevará hasta Entrago pasando por Proaza (fin de ruta).

En entrago podemos dejar nuestros vehículos en un fenomenal aparcamiento que puedes ver en la foto aérea. Allí mismo hay una fuente y podemos hacer acopio de agua.

Descripción de la ruta.- Al lado del aparcamiento comienza la ruta aunque tambíen se puede retroceder tres km hasta La Plaza y comenzar desde allí no sin antes haber disfrutado de su iglesia románica declarada monumento nacional. Nada más dejar Entrago podremos admirar el Desfiladero de Valdecerzales. Tras un espectacular puente metálico la vía se adhiere a la roca perforando la montaña a través de varios túneles. Siguiendo las aguas del Río Teverga llegamos a Caranga de Abajo (km8). Aquí se bifurcaba el ramal que subía hacia Quirós y que puede ser recorrido igualmente. Proseguimos camino hacia Tuñón. Contemplaremos el estrecho que forman las espectaculares Peñas Xuntas de Proaza talladas con el paso de los milenios por el río Trubia. Finalmente el desfiladero se abre para colocar ante nosotros la localidad de Proaza en el Km 12. No nos detenemos en este pueblo a no ser que queramos detenernos a conocer la Casa Del Oso en la antigua rectoral. Más adelante, delimitado por unas altísimas vallas metálicas se encuentra el recinto de las osas Paca y Tola, dos osas huérfanas por gloria y gracia de un cazador furtivo que hacen las delicias de los niños que se acercan a contemplarlas. Un poco más adelante llegamos al área recreativa de Buyera donde pondremos fin a nuestra excursión. Se trata de una pradera con mesas, un bar e incluso una piscina que se abre en verano. En el bar no dan comidas así que debéis ir aprovisionados.

Teniendo en cuenta que el trayecto con niños se puede hacer fácilmente en unas tres horas, si coméis en el área recreativa de Buyera luego os puede dar tiempo a visitar el Parque Museo de la Prehistoria de Teverga. Es absolutamente impresionante.

Si quieres tener más información sobre esta ruta puedes entrar en la página web de las Vías Verdes de donde he sacado el párrafo que viene a continuación:

Un poco de historia. Esta senda discurre sobre el trazado de dos ferrocarriles mineros. El primero, que data de 1874, enlazaba las minas de hierro y carbón del Valle de Quirós con la estación de Trubia, sumando 30 Km de vías. A este trazado se incorporó un ramal que, desde Caranga de Abajo, enlazaba con las minas de Teverga, 10Km adicionales que conformaban un trazado en forma de Y. Por la línea circularon pequeñas locomotoras y vagonetas repletas de mineral que afrontaban a duras penas las fuertes rampas, sobre todo apurando frenos para bajar. Antaño, los ferrocarriles debían disponer de guardafrenos a bordo de los vagones, obedeciendo esteos empleados las órdenes de aflojar o apretar frenos que, con un código de silbidos, daba el maquinista. En este ferrocarril minero, cada guardafrenos se encargaba de dos vagones, pasando de uno a otro según hiciera falta, Dado que era un ferrocarril industrial, construido con premisas de máximo ahorro, los túneles eran especialmente angostos y eran frecuentes los voladizos de roca sobre la vía en tramos colgados de barrancos. Y precisamente estas angosturas fueron las culpables de la muerte de varios guardafrenos que, pasando de un vagón a otro, se dejaron la cabeza en alguna de estas rocas. La crisis minera arrastró a estos ferrocarriles en su caída, siendo cerrados en 1.964.

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